Tomado de BinocularSky Newsletter.
Noviembre está acá, y aunque los fenómenos lluviosos no han dejado de visitarnos, la esperanza del acercamiento de la temporada de observación del cielo nocturno salvadoreño crece día a día. Para los esperados cielos despejados de este mes, cuyas noches empiezan cada vez más temprano, compartimos un extracto de las propuestas que Steve Tonkin nos hace en su boletín No. 108 noviembre/2020.
El cielo profundo nos ofrece varias estrellas tipo Mira cerca de su brillantez máxima. El Sistema Solar nos ofrece, además de Júpiter, Saturno y Marte, a Urano, que se ve como un puntito de luz; con telescopio podríamos ver a Neptuno como un puntito celeste. A mediados de mes tendremos a los meteoros de las Leónidas, no se espera que podamos ver muchas, pero esta lluvia es conocida por tener trazos persistentes y brillantes.
El Cielo profundo.
A medida que el cielo se oscurece en el ocaso, la Vía láctea se deja ver. Es especialmente placentero navegar con binoculares desde la zona de Sagitario, que en estas fechas su ubica sobre el suroeste, hacia la región de Casiopea, en el noreste. Precisamente ahí encontramos al famoso cúmulo del Búho, NGC 457, al Doble cúmulo de Perseo y al cúmulo NGC 663, y de ahí podemos dar un brinquito y ver el Stock 2, el Hombre musculoso.
La cascada de Kemble y su poza, así como el cúmulo NGC 1502, también están en buena posición para darles una mirada.
No muy lejos de ahí encontramos a Messier 34 en Perseo y al cúmulo abierto NGC 752, que suele pasar desapercibido. La región de Ofiuco también nos regala bonitos e interesantes cúmulos: Melotte 186, NGC 6633 y M11, conocido como el cúmulo del Pato salvaje. No podemos dejar pasar la oportunidad para visitar también al trío más famoso de Auriga: M36, M37 y M38. Cerca de ahí, a los pies de los gemelos, Geminis, podemos ver fácilmente al cúmulo M35. Si queremos algo más retador, busquemos a NGC 2158 o al IC 2157. Y para disfrutar, incluso a ojo desnudo, tenemos cerca a las Pléyades y las Híadas en la constelación de Tauro. Si queremos dar un vistazo a los cúmulos de Hércules, M92 y M13 tendremos que buscarlos al oeste en el ocaso, antes que se pierdan en el horizonte. A esa misma hora, tendremos a M15, el cúmulo de Pegaso, y a M2 más altos en el cielo suroeste.
Si queremos ver galaxias, la constelación de Andrómeda y la del Triángulo nos ofrecen a M31 y M33, respectivamente, que para las primeras horas de la noche ya han alcanzado buena altura. Al sureste podemos encontrar a NGC 253, la galaxia del Escultor. Para las primeras horas de la madrugada, podemos buscar a M81 y M82 en Ursa Major, la constelación de la Osa mayor, un par de galaxias bonitas de ver en binoculares.
Cuando de nebulosas se trata, la M27, la nebulosa de la Mancuerna, nos espera a buena altura en el cielo oeste en las primeras horas de la noche. La nebulosa de la Hélice, NGC 7293, también está en buena posición en ese momento.
Lluvia de meteoros.
La lluvia de estrellas Leónidas estará activa prácticamente todo este mes, desde el 6, pero su máximo es el 17. La sugerencia es tendernos cómodamente, alrededor de media noche, viendo en cualquier dirección del cielo en la noche del 16 para la madrugada del 17 y en la noche del 17 para la madrugada del 18. El 16 es luna nueva, por lo que tendremos una noche oscura.
Para ver una lluvia de estrellas no se utiliza ningún instrumento óptico, lo mejor es disfrutarla a ojo desnudo. Sin embargo, las Leónidas, aunque son escasas, suelen dejar un rastro largo y de cierta duración, por lo que tener unos binoculares a la mano para husmear el trazo podría permitirnos ver el patrón de viento en la parte alta de la atmósfera.
Recuerde,
aprenda a ubicarse en la Tierra para no perderse en el cielo.
Alicia Alvarenga Conde
Socia de ASTRO