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El cielo de diciembre para binoculares

Asterismo Hexágono del invierno

Tomado de BinocularSky Newsletter.

Este año ha sido completamente diferente. Además de la pandemia por covid-19, hemos llegado a diciembre y los cielos salvadoreños aún no han ofrecido condiciones favorecedoras para la observación astronómica. Aun así, mantenemos la esperanza de poder echar mano de las sugerencias que Steve Tonkin nos comparte en su boletín No. 109 diciembre/2020. Esta es una edición especial, pues es el noveno aniversario de esta publicación.

Para los amantes de Orión o de las Pléyades, este es su mes para volver a disfrutar de este par. Para quienes disfrutan de navegar por más espacio, el hexágono del invierno está a buena altura en la noche. También tenemos un acercamiento que pudo haber dado pie a una leyenda. Siga leyendo y entérese de más.

El Cielo profundo.

Estrella Aldebarán
Estrella Aldebarán

Para comenzar la noche, desde nuestra latitud, 13.5° aproximadamente, podemos disfrutar, viendo hacia el este, de las Pléyades (M45), a su seguidora la gigante naranja Alfa Tauri, mejor conocida como Aldebarán, y, por supuesto, sus medio hermanas las Híades; este último es el cúmulo estelar abierto más cercano al Sistema solar. Un poco más tarde podemos disfrutar de los muy conocidos cúmulos Messier 36, 37 y 38 en la constelación de Auriga, que caben en el mismo campo de unos binoculares 10×50. Muy cerca de ahí encontraremos a M35, a los pies de los gemelos de Géminis, que se nos presentan de cabeza al este. Si tenemos la suerte de tener muy buenos cielos y mínima contaminación lumínica, podemos intentar encontrar al cúmulo NGC 2158. Cerca de Aldebarán nos encontramos otro cúmulo abierto, el NGC 1647.

M31 Galaxia de Andrómeda
M31 Galaxia de Andrómeda

Hacia el noreste, la constelación de Andrómeda nos atrae con su gran galaxia, M31, la que bajo buenas condiciones puede verse incluso a ojo desnudo. Después de disfrutarla, también vale la pena apuntar nuestros binoculares hacia objetos menos famosos, como el cúmulo abierto NGC 752 y, muy cerca de él, el M34. Al oeste, y antes que se oculte bajo el horizonte, podemos buscar a M2, un cúmulo globular en la constelación de Acuario, y no muy lejos de ahí, a M15, otro cúmulo globular en la constelación de Pegaso. Al suroeste podemos buscar a NGC 7293, la nebulosa de la Hélice.

Alrededor de las diez de la noche tendremos al oeste, a una altura cómoda, a M33 la famosa galaxia del Triángulo. Por otro lado, al sur veremos a NGC 253, la Galaxia del Dólar de Plata en la constelación del Escultor.

Para pasada la media noche, al norte, podemos disfrutar del par de galaxias M81 y M82. Con ellas se sugiere practicar la observación con vista lateral.

¿La estrella de Belén?

El 21 de diciembre tendrá lugar el apulso, momento en el que un astro parece tocar a otro, de Júpiter y Saturno; estarán a tan solo 6 minutos de arco. A ojo desnudo parecerá que se funden, pero al verlos con binoculares será posible resolverlos, es decir, distinguir uno del otro. Ha habido mucha especulación sobre que un evento como este fue el que dio pie a la leyenda de la Estrella de Belén. Si fue así o no, es algo que aún está en discusión y que debe ser probado por quienes hacen la afirmación; lo que sí sabemos es que el fenómeno se debe a la cercanía aparente que tendrán este par de gigantes gaseosos en sus respectivas órbitas vistos desde la Tierra. En esta página encontramos los detalles de observación desde San Salvador, Centroamérica.

El apulso más cercano entre este par, anterior al de este año, se dio en 1623, de ahí lo especial del evento, pues es algo que se ve una vez en la vida. El acercamiento entre estos dos planetas suele llamarse “gran conjunción” por ser la conjunción más rara entre planetas. Esta rareza se debe a lo lento que Júpiter y Saturno se mueven en sus órbitas, al primero le toma cerca de 12 años concluir una traslación, mientras que al segundo poco más de 29 años.

Lluvia de meteoros.

La lluvia de las Gemínidas es considerada la mejor lluvia de meteoros, sobre todo si las condiciones del cielo son buenas. Este año su pico de actividad, el 13 de diciembre, casi coincide con la luna nueva, que ocurre el 14 de diciembre, por lo que la luminosidad de nuestro satélite no será un inconveniente. Se espera que tenga una frecuencia horaria cenital (ZHR, por su sigla en inglés) de entre 120 y 160 al momento de su máxima actividad. Pero en la práctica, y dependiendo de dónde se encuentre, verá quizá unas 60 a 80 por hora.

La mayoría de los meteoros que vemos en una “lluvia de estrellas” se deben a despojos dejados por algún cometa; sin embargo, las Gemínidas y las Cuadrántidas, que tiene su máximo a inicios de enero, son los únicos enjambres originados por un asteroide. Las Gemínidas corresponden al paso del asteroide 3200 Faetón.

Así es que, la recomendación es preparar un termo de chocolate caliente, una toalla, colchoneta o algo cómodo para que, poco antes de medianoche nos tendamos, con buena compañía, a ver el cielo en cualquier dirección y contemos la cantidad de gemínidas que veamos. ¿Cómo saber si es una gemínida? Aquí se encuentra la respuesta.


Recuerde,
aprenda a ubicarse en la Tierra para no perderse en el cielo.
Alicia Alvarenga Conde
Socia de ASTRO