Por: José Ricardo Lewy Soler (ASTRO)
Los terrícolas estamos en cuarentena cósmica; aislados del resto de estrellas y planetas por ese inmenso espacio que nos separa de ellas.
Pero a lo largo del siglo XX y lo que va del XXI, las obras de ciencia ficción han estado llenas de propuestas de soluciones que nos permitirían viajar a otros planetas, incluso a otras galaxias.
El salto de los viajes espaciales de la ciencia ficción a la ciencia real se produjo en el año 1903, tras la publicación del libro Exploración del espacio cósmico por medio de motores de reacción», de Konstantín Tsiolkovski, donde se expone de forma detallada la posibilidad de viajar al espacio exterior gracias a la recién descubierta tecnología de los motores a reacción.
El principio de funcionamiento del motor de cohete se basa en la segunda y tercera ley de Newton, es decir, la conservación del momento lineal y la ley de la acción y reacción, que establecen que el momento lineal de un sistema aislado se conserva en ausencia de fuerzas externas, y que a toda acción le corresponde una reacción, con la misma magnitud, pero en sentido contrario.
En nuestros días, las tecnologías de los cohetes a reacción están muy bien desarrolladas, y es casi común escuchar noticias de lanzamientos y misiones de exploración a los diversos cuerpos de nuestro Sistema Solar. Paralelo a estos desarrollos, cada día vemos como nuevas tecnologías de apoyo están siendo desarrolladas: los robots, la inteligencia artificial y la capacidad para explorar el espacio por nuevos medios, como los motores iónicos y las velas solares.
Las velas solares son como las velas de un barco, pero que en lugar de utilizar el viento son empujadas por la presión radiativa de la luz. Un láser gigante en la Tierra, por ejemplo, daría a cada nave un poderoso empujón, enviándolas a velocidades cercanas a la velocidad de la luz. Los problemas que se presentan son grandes: Crear una nave capaz de viajar más rápido que la velocidad de la luz es imposible ya que viola las leyes conocidas de la física.
¿Que no se puede ir más rápido que la luz? ¡Pues curvemos el espacio! Entra de nuevo la ciencia ficción para dar ideas. En la serie Star Trek, producida en la segunda mitad de la década de los 1960, se hace alusión a un concepto de ciencia ficción: el Desplazamiento por Curvatura o Empuje por Curvatura (warp en inglés). Este empuje permitiría impulsar una nave espacial a una velocidad equivalente a varios múltiplos de la velocidad de la luz, mientras se evitan los problemas asociados con la dilatación relativista del tiempo. Consistiría en una nave espacial ovalada con un gran anillo de forma toroidal. Este anillo, elaborado con una materia exótica debería tener la capacidad de modificar el espacio-tiempo alrededor de la nave, creando una región de espacio-tiempo comprimido al frente y otra de espacio-tiempo expandido hacia atrás, todo esto sin modificar el espacio-tiempo de la nave en sí. Imaginativo, ¿no?
O tomemos atajos, para así también evitar efectos relativistas por medio de los llamados Agujeros de Gusano. Los agujeros de gusano son una hipotética característica del espacio-tiempo descritos en las ecuaciones de la relatividad general. Un agujero de gusano es un portal de corta duración, que dura sólo un breve momento y que une dos agujeros negros en diferentes lugares, pudiendo la materia desplazarse de uno a otro lado. Los agujeros de gusano podrían conectar dos puntos del universo actual. Hipotéticamente, si cae materia dentro de un agujero de gusano, esta materia seguirá hasta llegar a un «Agujero Blanco» (lo contrario de un agujero negro) que se encontraría en el otro extremo. Hasta la fecha no se ha encontrado ninguna evidencia física de su existencia, por lo tanto siguen siendo sólo una curiosidad matemática.
A pesar de todas las dificultades, la NASA tiene ya la vista puesta en un objetivo muy ambicioso: el primer viaje interestelar el sistema Alfa Centauri, el sistema estelar triple más próximo a nuestro Sistema Solar, a solo 4.3 años luz de distancia o, lo que es lo mismo, a solo 41 billones de km de la Tierra.
¿Tendremos la posibilidad de contemplar algún día los viajes hacia las estrellas? Todas la nuevas tecnologías se desarrollan tan rápido que no podemos predecir con seguridad ni siquiera lo que estaremos viendo cuando termine el presente siglo.